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8 de octubre de 2012

Lucerna: creación rebelde y crítica clara


En el editorial de la revista Lucerna (Año 1 número 1), nueva publicación peruana sobre creación y crítica literaria, se lamenta la tendencia comercial de la creación actual y la oscuridad de la crítica contemporánea. Se busca, pide y propone, entonces, una creación valiente y atrevida frente a las convenciones sociales y literarias, así como una crítica que pueda, además de analizar, comunicarse labor con claridad.
Portada del primer número de la revista, tomada de http://www.facebook.com/lucerna.literatura
Algunos lectores, suspicaces, no evitarán suspirar y pensar que el primer reclamo de Lucerna no es nuevo en absoluto. ¿No es cualquier creación rescatable una rebelión contra lo establecido? Por otro lado, otros podrían encontrar en el segundo la resistencia juvenil, natural pero ingenua, ante la institucionalidad académica.  ¿Acaso una crítica potente debe simplificarse solo para ser más digerible por los iniciados? Incluso, puede suponerse que el hecho de que una revista se proponga desde el primer número remar contra la marea sería -más que un programa- un recurso retórico obvio para presentarse como novedad entre las publicaciones existentes.

No obstante, en tiempos de crisis, lo sencillo es urgente. Con el oxígeno de su primera bocanada, Lucerna nos recuerda dos verdades que, por evidentes, corren el riesgo de ser ignoradas. Las percibimos en recitales y conferencias: nos encontramos en un momento en que la creación en nuestro país corre el riesgo de estancarse en temas y formas, y la crítica literaria se come a sí misma con vertiginoso placer. El camino trazado por Lucerna es imperativo para nuestras generaciones y los lectores estamos atentos a sus primeros pasos. 

1 de enero de 2009

¿Para qué literatura?

Hace algunos años inicié mi búsqueda de sensaciones y placeres en los libros, soñando con ser escritor de novelas y poemas. En el camino encontré tantas cosas ... el calor en la palma de la mano (Los ríos profundos), los ojos de las niñas tras las paredes (El proceso), el vidrio estallando en la nada (La ciudad y los perros), el fino ardor en la garganta y la conciencia (Carta a una señorita en París), las ásperas figuras en la piedra (La Comedia), la piel de las uvas (Poema V), el hedor de la joven bajo las moscas (El zorro de arriba y el zorro de abajo), el rosa desapareciendo en las paredes (Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto).

Hoy me sigo preguntando: ¿deseo realmente dedicarme a la literatura? Intuyo que la respuesta no está solo en aquel sueño adolescente de ser escritor en una casa de madera frente al mar de cualquier playa. Tampoco en la luna llena de la playa real, en las noches en vela de mis dieciséis años. Ni en el vino en las copas de mis compañeros de facultad bebiendo añejos poemas de Neruda, o en los rincones de la habitación mimetizados con los jardines de Borges.

Tal vez intento justificar un oficio que, en diversas ocasiones, con la palabra o con el arco de una ceja, ha sido calificado de frívolo e inútil, pero que, en realidad, es enormemente restaurador y luminoso. En la fría noche de la duda, en el invierno infernal de la culpa, en el discurso de la plaza pública, la literatura no corta en dos las mentiras ni revela las verdades irrefutables. No es el final, tampoco la ruta: es el bastón del ciego, el guía entre senderos nuevos y conocidos.

La escritora estadounidense Susan Sontag, en su discurso de agradecimiento al recibir el premio Príncipe de Asturias, afirmó que «Las actividades literarias (la escritura, la lectura, la enseñanza) son una vocación ideal, una prerrogativa, más que una simple carrera, una profesión, que se sujeta a las nociones comunes de "éxito" y al estímulo financiero. La literatura es, en primer lugar, una de las maneras fundamentales de nutrir la conciencia. Desempeña una función esencial en la creación de la vida interior, y en la ampliación y ahondamiento de nuestras simpatías y nuestras sensibilidades hacia otros seres humanos y el lenguaje» (Tomado de: http://www.elortiba.org/sontag.html#Los_valores_de_la_literatura_ Visita del 01.01.2009).

Abrir caminos para encontrarnos con los demás. Con sus manos, sus miradas, sus palabras. Y en ese contacto, toparme conmigo, mis temores, ignorancia y esperanzas. Así concibo y me concibe la literatura.