Las tutorías de lenguaje de UPC son un servicio especialmente rico, tanto para el educando como para el tutor. A continuación, refiero algunas lecciones aprendidas a partir de mi propia experiencia en el dictado.
Hace dos años y medio ingresé a trabajar en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, específicamente, a dictar las tutorías de lenguaje, clases personalizadas de una hora en las que se atiende las dudas particulares del estudiante sobre los cursos de lenguaje. Los primeros días fueron terribles: no sabía la ración ideal de información que era preciso brindarle al alumno y tenía que ponerme al día con las lecturas semanales de 7 cursos distintos.
Poco a poco, mientras corrían las semanas en el B-21, tomé nota de ciertos puntos claves. Al ser libres, el alumno podía elegir cuándo y con qué ritmo acceder a las tutorías. Cabe resaltar, igualmente, que los estudiantes que recibíamos no eran los mejores; justamente, eran aquellos que encontraban serios obstáculos para aprobar. Por ello, era necesario darles una perspectiva del sentido que tenían nuestras actividades, las cuales, aunque parecían girar sobre temas mínimos y, a veces, intrincados, eran retos que el alumno debía sobrepasar en un camino mucho más amplio: su carrera universitaria.
Asimismo, captar su atención con un trato paciente y dedicado era esencial, además de resaltar los resultados concretos que íbamos logrando sesión a sesión y destacar que, en cada una, se iba a dar sólo un paso de un largo camino. Las tutorías son un proceso, no un remedio mágico, y el alumno debía estar consciente de eso. También fui apreciando el agradecimiento y el entusiasmo de los tutoriados, quienes suelen reaccionar de manera generosa, en la mayoría de los casos, ante un trabajo serio. Recuerdo con cariño a dos alumnas de EPE (carreras para ejecutivos) que me regalaron unas galletas y una gaseosa al final del ciclo. Más que el objeto, importaba la confianza que depositan en el educador. Esta relación debe tomarse con ecuanimidad, de modo que el alumno entienda que, al estar cerca de sus dificultades, nuestra labor es ayudarlos a superarlas dándoles la adecuada orientación.
En algunas ocasiones, escuchar sus problemas en los estudios conduce a conversaciones sobre temas que sobrepasan la competencia específica de las tutorías. Uno de los más comunes son las críticas de los alumnos hacia los profesores, que comprenden desde a sus métodos de enseñanza, hasta las fricciones de tipo personal. Pocos espacios existen tan propicios para recibir sus impresiones como éste, pues se establece a partir de su propia iniciativa y no se encuentra regida por la vigilancia inmediata del profesor. Entonces, es indispensable tener prudencia al dar consejos a los estudiantes, además de desplegar una escucha abierta y sin prejuicios. Sin duda, aparte de ello, el tutor debe saber manejar esta información con el respeto debido por la labor del docente.
Finalmente, un campo en el que mi aprendizaje fue tan complejo como los anteriores fue la convivencia con los compañeros de trabajo. En el pequeño salón en el que se dictan las tutorías, es imposible no incomodarse, a veces, con la voz muy alta de un colega a breves metros de distancia, identificar problemas en el funcionamiento del servicio o, lo más delicado, percibir que el trabajo de algún compañero no aporta con el del equipo.
Felizmente, algo que caracteriza a la Coordinación de Lenguaje en UPC (dentro de la cual se enmarcan las tutorías) es el diálogo constante y la búsqueda perenne de mejorar las herramientas educativas. En las reuniones del equipo de tutores de cada semana, las charlas con los colegas y la atención de los jefes, los distintos temas de discusión se pusieron sobre el tapete y primó el espíritu de brindar una buena atención a los alumnos y perpetuar el prestigio del servicio. En este contexto, se reforzó mi convicción de plantear con cabalidad aquello que debe ser corregido, así como la relevancia de la tolerancia en el trabajo en grupo.
Las tutorías de Lenguaje son una experiencia única y valiosa. Hoy, que he pasado al rol de profesor, comprendo que tanto educando como educador se encuentran en un constante aprendizaje, y que la retroalimentación en ambas direcciones es imprescindible para cumplir el común objetivo de la enseñanza universitaria. Ojalá se logre establecer un lugar físico de trabajo más amplio para este servicio y se estrechen las relaciones entre las tutorías y las distintas coordinaciones de los cursos, pues su papel es muy importante en el entramado de la Coordinación de Lenguaje en UPC.
Suena bastante complejo y arduo, arduo y complejo :P
ResponderEliminarLo de las tutorias suena bien, en mi universidad no hay nada parecido pero me gustaria que lo hubiera. Siento que tengo problemas a la hora de escribir (estudio derecho) y no tengo a quien preguntar.
ResponderEliminarprofesor cesar usted fue mi jp en la cato y a mi me gustaba su clase y le entendia mas que al profe. miguel
ResponderEliminarHola César:
ResponderEliminarSería interesante que plasmaras también tu experiencia como JP de la PUCP en otro post.
Hay distintos tipos de tutoría, de acuerdo con los objetivos de cada institución educativa. A veces, puede constituir un seguimiento personal y sostenido durante varios semestres, a cargo de un solo docente que evalúe el rendimiento general del estudiante. Otras veces, solo consultas paulatinas sobre temas específicos.
ResponderEliminarUn alumno como el estudiante de derecho que comentó anteriormente, puede ver, en este último tipo de tutorías, una estrategia para reforzar aspectos que, debido a diversas circunstancias, no ha desarrollado con eficacia.
Sería muy útil que se extendiera como un servicio abierto a estudiantes de las facultades. Ello, cabe anotar, implica que la institución contemple el aprendizaje de la redacción como un camino mucho más largo que la duración de un curso.
Muchas gracias Miguel, aunque debo hacer una anotación a partir de tu comentario: las jefaturas de práctica en los Estudios Generales Letras de la PUCP sirven, precisamente, para que se pongan en primer plano las dudas de los alumnos. En una clase amplia de sesenta personas, es probable que aquellas no sean formuladas ni resueltas todas, o que no se les dedique el tiempo suficiente para su aclaración total.
ResponderEliminarEs parte de la responsabilidad de los alumnos prestar la mayor atención posible tanto en las clases teóricas como en las sesiones prácticas. Ambas tienen su propia estructura y objetivos.
Asimismo, cabe resaltar que no todos los alumnos aprenden de la misma manera. Algunos lo hacen escuchando al profesor disertar; otros prefieren la interacción y la discusión; algunos, incluso, precisan de un movimiento físico que les permita enfocar su atención mental en el tema tratado; otros estudiantes aprenden resolviendo problemas concretos que activen conocimientos previos.
Las clases prácticas buscan estimular este último tipo de aprendizaje. Sospecho que Miguel, el alumno que comentó anteriormente, tiene aptitudes para este modelo de adquisición de conocimientos.
Te deseo lo mejor, Miguel, y sigue esforzándote.
Estimada Elvira: he empezado a hacer lo que me recomiendas en la respuesta al comentario de Miguel. La experiencia en las Jefaturas de Práctica de EE.GG.LL en la PUCP merece un espacio mayor. En un próximo post, estaré explayándome en el tema, lo prometo. No obstante, este acercamiento se hará desde el punto de vista de la Literatura, pues es el nuevo enfoque del presente blog; así que, probablemente, comente las sorpresas que he encontrado al dictar las prácticas del curso de Narrativa.
ResponderEliminarpodrías publicar cómo fue la evaluación, modelos de examen
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