24 de octubre de 2012

Un profesor en el laberinto

-¿Qué poco sabemos, no profesor?
-No sabemos nada.

Quien pregunta es un alumno que camina por una biblioteca plena de volúmenes acerca de temas diversos de humanidades. Uno de los libros, especialmente atractivo, es un análisis de los mitos de la antigua Grecia. Aturdido por tanto que le falta por leer, expresa su incertidumbre y espera una respuesta tranquilizadora. Ha tenido la suerte de llevar su último curso de Facultad con el profesor Luis Jaime Cisneros. Fue el Seminario de lírica del Siglo de Oro y se dedicó a Góngora. Después del curso, tiene la oportunidad de conocer un poco más al profesor al visitarlo en su casa de Miraflores. Allí, en el segundo piso, los libros formaban oscuras y apiñadas galerías. Frente al libro de los mitos, recuerda a Narciso, usado en el Siglo de Oro tanto en su usual acepción de la vanidad, como en una más interesante: el autoconocimiento. Es imposible no traer a la memoria, al mismo tiempo, la invención del eco.

El que escucha, voltea sonriente y responde es el profesor a quien no le gusta que le digan profesor y le hablen de Ud. Ha pedido que el alumno le diga Luis Jaime y le hable de tú, pero debe esperar todavía un par de encuentros más para ello. Camina contento en su biblioteca y aprovecha la pregunta del alumno para una lección más. Se sienta y espera otra pregunta.

(Foto tomada de http://perupaisdiferente.blogspot.com/)

El alumno ha quedado en silencio, en el vértigo de la ignorancia absoluta. Si su maestro no sabe nada, ¿de quién aprenderá él? ¿Si por más que lea no se sabrá ni un pulgar, vale la pena intentarlo? El laberinto se cierra sobre él.

A más de dos años de su partida, el alumno ahora es profesor y no olvida lo que el suyo dijo en una entrevista:

"Los griegos inventaron el problema para ponerte a prueba. Para que descubrieras que podías resolverlo ingeniándotelas, esforzándote, pensando, creando. El objetivo del problema es que tengas fe en ti, no en el obstáculo. Tienes que tener la fuerza, la voluntad, la inteligencia y la decisión para superarlo. Y si no tienes eso, mi deber es ayudarte a encontrarlo. No dártelo."  (Ver fuente 1)
En la fuente, Narciso se enamora de sí mismo. Sin embargo, recuerdo (traigo al corazón) un detalle: en el mito recogido por Ovidio, Narciso no sabe que aquel es su reflejo. Cree que es otro hombre. Como dice Jorge Bruce, el narcicismo consiste en hacer de sí mismo el objeto del amor, reemplazar al otro por uno mismo. No es una cuestión de autoestima excesiva, no. Es un problema de afecto. (Ver fuente 2)

Cuánto de soberbia hay en el trabajo académico, a veces, cuánta falta de espíritu docente. El profesor Luis Jaime Cisneros nos legó un problema más al partir: hacer de la enseñanza de las humanidades una práctica humanística. Es decir, pasar del mito de la soberbia al mito del conocimiento, el cual ha de iniciarse, primero, por el conocimiento de uno mismo, pero debe forjarse en el intercambio de ideas con los demás, por ejemplo, nuestros educandos.
"Sentirte comprendido es sentirte asistido, ayudado. No se trata de que tus alumnos te sigan o te obedezcan, sino de que te ayuden a entender mejor las cosas que tú mismo te empeñas en que ellos vean con claridad." (Ver fuente 1)
Gracias por ese problema, Luis Jaime.

Fuentes:
1. Entrevista a Luis Jaime Cisneros. Tomado del blog de Percy Acuña, Hatun Llaqtahttp://www.urbanoperu.com/node/221

2. El libro de Jorge Bruce, Nos habíamos choleado tanto. 

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